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Ayer vi «Boiling Point»

La cubierta del dvd de este filme mueve a engaño. Dice «La respuesta japonesa a Clint Eastwood» y lo primero que pensé fue en «Dirty Harry» y sus frases para la posteridad:
– «Las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno» (Dirty Harry, 1971)
– «Un hombre debe conocer sus limitaciones» (The enforcer, 1976)
Desde la imitación de Chinasky hasta algo más parecido al lema de una compañía de seguros, «Dirty Harry» ha sido desde su origen una especie de resumen urbano del macho-cowboy: fuerte (sobretodo en su voluntad), lacónico, serio y galán sin esfuerzo, con bromas cortas que reafirman su visión de mundo como la correcta. El atractivo del cowboy no está sólo en su determinación o su valentía, sino en su precisión: es el tipo de hombre correcto para el mundo salvaje en el que vivimos.

Takeshi Kitano tiene una larga filmografía, violenta, contenida y nihilista. Me atrevería a decir que de sus filmes «Violent Cop» (su debut en la silla de lona) y «Brother» (su aventura americana) se corresponden bastante bien con el cowboy urbano: sus héroes son serios, con voluntades férreas y sobretodo en sintonía con la dureza del mundo que retratan. Son adecuados: leones en un mundo de hienas.

Pensé que «Boiling Point» iba por el mismo camino, quizá asociando el título con «Hard Boiled«, de John Woo (la ultraviolencia de Honk Kong, ¿la recuerda?). Más que mal, las dos hablan sobre hervir cosas. Pero no, Boiling Point es mucho más:
Cuenta la historia de Masaki, quien juega béisbol en un pésimo equipo de barrio. Masaki trabaja también en una gasolinera, ocupando en mismo sitio humilde de la cancha; así hasta que un rico prepotente lo golpea por no limpiar su auto más rápidamente. Lo que correspondía entonces era que nuestro héroe soporte el golpe en silencio, en un mundo donde los humildes son menos que nada, pero éste devuelve el golpe. No es un gran golpe, apenas una palmada, pero es suficiente para el desastre: el rico es un yakuza, y les promete la muerte a todos. El entrenador del equipo, antiguo delincuente, va entonces a hablar con los mafiosos, y de ahí en adelante lo que viene es una larga cadena de vendettas que escalan en magnitud.
Como en sus otros filmes, Kitano también actúa aquí: es el delincuente experto con el que Masaki y sus amigos cuentan para detener a los atacantes originales. Pero el personaje de Kitano es el antihéroe más espantoso que pueda imaginar: traidor, prepotente, violento y violador.

Hay muchos filmes con historias similares, pero más optimistas: el hombre común que se levanta contra la injusticia y gana, creciendo en el camino, como si el uso de la violencia fuese parte de la identidad masculina adulta, algo peligroso pero bueno. La diferencia es que aquí no hay gloria posible: la adecuación de los personajes no es hacia el mundo, sino hacia la perdición del mundo. Cada acto de violencia en el filme trae como consecuencia más violencia y desamparo. De cierta forma, ésa es la moraleja de los otros filmes violentos de Kitano, pero aquí dicho mensaje está blindado contra el atractivo que frecuentemente genera el malo de la película, debido a su poder. Es imposible encontrar algo estimulante en la violencia que muestra «Boiling Point’: se refiere exactamente a lo contrario que promete la portada del dvd.

Es un ejercicio en realidad ¿Qué pasaría si vivieramos la vida a lo Rambo?
No quedaría nada en pie.


Roberto Suárez Pérez

Acerca de Roberto Suarez

Vivo en La Habana actualmente

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