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Ayer vi «Nude nuns with big guns»

El título de este filme es bien curioso. Despierta un doble morbo: sexual y agresivo. Y es curioso también porque hace una promesa bien específica, y la cumple. En este filme el buen lector puede ver monjas desnudas y monjas portando armas grandes. Lamentablemente, nunca de forma simultánea.

La historia comienza cuando un bus tripulado por sacerdotes y monjas se encuentra con un grupo de motociclistas rudos, en medio del desierto. Los motociclistas son compradores de cocaína (y probablemente, aunque nunca se muestra, distribuidores minoristas), los sacerdotes son productores de cocaína, y las monjas son obreras esclavas de los sacerdotes. Una de las monjas, sin embargo, trata de robarse un kilo de merca y un motociclista furioso las mata a casi todas. La sobreviviente es regalada a los compradores como gesto de disculpa.

La monja sobreviviente, ahora esclava sexual, es prostituída y drogada intravenosamente hasta quedar medio muerta. Este «medio» se convierte en apenas, cuando un cliente (un sacerdote sombrío) la golpea brutalmente. El jefe motociclista, que también es el regente del prostíbulo, golpea al cliente con un bate y da por muertos a los dos.

Pero la monja no está muerta: el médico indio que la drogaba en el prostíbulo la rescata y la cuida. Cuando la monja despierta, lo hace diciendo que tiene una misión divina: matar a todos los pecadores.

El resto lo puede adivinar sin dificultad: la monja usa un par de armas grandes, mata a los motociclistas y a los sacerdotes. En el camino vemos bastantes tetas, algunas bonitas y algunas no tanto, vemos lesbianismo light, corrupción católica (lo que tiene bastante gracia sabiendo lo que sabemos hoy) y muchos tiros en la cabeza.

Parece una fórmula divertida y lo es, pero sólo hasta cierto punto. El filme hunde sus raíces en el cine de explotación de los años setenta: Foxy Brown, Sweet sweetback baadasss song, I spit on your grave. FIlmes donde se disimulaba poco su naturaleza de excusa, de vehículo administrador de fetiches. Este filme cumple con esta premisa: hay tetas, hay monjas armadas y hay tiroteos. Pero eché en falta algo más.

¿Calidad? No, el filme es bastante bueno, dentro de su categoría ¿Gore? Si, le falta gore, eso es verdad. Pero tampoco es «gorexplotation». Lo que eché de menos fue un vuelo mayor, una manga llena de cartas. El filme define sus reglas bien temprano y las cumple todas: en este sentido podría decir que «Nude nuns…» es un filme responsable, similar a un buen obrero que llega puntual y aprieta las tuercas que debe apretar. No hay sorpresas aquí. Todas las comparaciones son odiosas, pero si comparo este filme con «Machine Girl«, «Nude nuns» queda bastante mal parado. «Machine girl» también cumple con su promesa (hiperviolencia hipergore), pero lo hace de tal forma que cada minuto es más increíble que el anterior. Esto es aún más cierto para el siguiente filme de su director, Yoshihiro Nishimura, «Tokio gore police«.

Me aburrí un poco con «Nude nuns with big guns», debido a su timidez. Podría haber sobrepasado sus propios límites en dos, digamos tres direcciones: podría haber exagerado el sadismo y el gore, podría haber aumentado el componente sexual, o podría haber sobrepasado su propio relato ¿Y si los sacerdotes católicos fuesen realmente una fuerza de ocupación extraterrestre? ¿O la monja vengadora hubiese fundado una nueva iglesia, compuesta por muerte y lesbianismo?

Pero no. En todo caso, lo que hay es bastante para entretenerse un rato, no más.

Actualización:

Resulta que «Nude nuns with big guns» tiene otro motivo para ser célebre, además de haber sido reseñada en este sitio: dos casas productoras, que se disputan la propiedad del filme, han demandado a 5.800 direcciones IP por haber bajado «Nude Nuns» vía bittorrent.
Ha leído bien: 5.800 direcciones IP. Según los abogados que patrocinan la demanda, ésta es una estrategia para hacer dinero rápido: los demandados con frecuencia viven a miles de kilómetros de distancia y prefieren negociar antes que ir a juicio.
Por suerte para nosotros, los latinos, este tipo de aberración jurídica es gringos-only.
Querido lector, cruce sus dedos. Yo ya los crucé.

Roberto Suarez Perez

Acerca de Roberto Suarez

Vivo en La Habana actualmente

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