Es sorprendente este filme. Si algo le ha enseñado la experiencia a su servidor es que una tercera parte de un filme de terror que se ve como este filme se ve, hecho en video y con actores desconocidos, debe ser pésima. Más que mal, ya he caído en esta trampa muchas veces. Pero no, fíjese, aquí no se cumple la regla. Ahora le cuento porqué.
Cuenta la historia de Scott, quien se va a casar y sale un fin de semana con sus amigos “a jugar golf”. Sus amigos realmente tienen otros planes y lo llevan a Las Vegas para hartarse de alcohol y prostitutas, pero él no quiere ser infiel a su pareja. Y si ha seguido esta serie, querido lector, sabrá lo que aprenden los calaveras del mundo: que esa es una mezcla peligrosa y que cosas malas pasarán cuando se pierda la conciencia.
Es cierto, este filme se ve como aquellos que pasan a medianoche en un canal perdido de cable: se ve barato. Hay algo en la definición de las imágenes, en la profundidad de color y en la forma cómo se ven las luces altas que delata un soporte económico. Pero ¿Sabe algo? Estamos ya en el 2015 y esas distinciones ya no significan mucho: cámaras baratas, programas de edición pro que corren en laptops, luces led. La barrera económica para la realización cinematográfica casi ha desaparecido, y si algo nos enseñaron los italianos, Godard y Casavettes es que se puede contar una excelente historia con casi nada. Así que ese look ya no debería ser motivo de alarma.
Me gusta esta trilogía ¿Sabe? Me gustó el primer filme, a pesar de lo lineal y simple de su argumento: se sentía más como una fábula acerca del poder versus el valor de la vida humana. Si reemplazamos la pulsión de muerte por el sexo, nos queda todo lo que vemos cotidianamente y se nos hace invisible: la prostitución, la trata de blancas, la cosificación de la mujer y la esclavitud sexual. La herencia esclavista en el patriarcado, para resumir. El primer filme, por lo tanto, se sentía como un Hansel y Gretel de la esclavitud sexual. El segundo filme me gustó también por la reflexión que planteaba acerca de la identidad masculina, el machismo y su subversión: para ser hombre hay que ser macho y para ser macho hay que ser poderoso, y el poder está en convertirse en un depredador, un “lobo del hombre”.
Y este tercer filme ¿De qué se trata este tercer filme? Para empezar hay una aventura: un héroe traicionado que pasa por las fauces de la misma muerte, un rival mentiroso que quiere quedarse con la novia del héroe, y unas cuantas damiselas en apuros (La “comedia del arte” en el siglo XXI). Funciona muy bien como una historia pulp (el lector chileno puede tomar al legendario “Doctor Mortis” como referencia), donde importan más las peripecias y el riesgo que lo verosímil de los hechos relatados. Funciona bien así, si no le pide más que un buen rato y diversión. Más que mal, esa es una de las dos funciones fundamentales del cine, desde Melies hasta hoy: el espectáculo (la otra es la documentación de la realidad).
Y ahora las malas noticias: se desarma el subtexto y el valor metafórico de la historia. La riqueza de la serie, en otras palabras. Como le decía antes, si busca una historia pulp, éste es un buen filme, pero si busca algo más mejor busque en otra parte: el morbo sádico que es el sello de la serie aquí es malo si los torturadores son los malos, pero bueno si los torturadores son los héroes. En el primer filme la tortura es siempre un asunto moral, un horror moral mejor dicho. En el segundo filme la tortura sirve primero para afirmar y luego refutar la identidad machista tradicional sustentada en el poder (identidad al estilo “Get Carter”, a quien le basta una mirada para ser obedecido). En este filme la tortura y el abuso son parte del paisaje: a veces la ejerce el malo-falso-héroe, a veces el bueno y casi siempre los malos-millonarios-sin-personalidad. Y es en la descripción de los malos donde más flojo está este filme: se supone que son ricos y se supone que son buenos ciudadanos ejerciendo su perversidad secreta, pero todo este conocimiento no se ve en pantalla, más bien se supone por lo que ya sabemos de la serie. Por lo que se ve en este filme, los clientes de esta red criminal son sólo caras puestas en trajes que ocupan asientos: en un momento están y luego ya no, y estaban para rellenar un puesto en primer lugar. De igual forma se desdibuja la red criminal en sí, la ominosa mafia omnipresente de los filmes anteriores ¿Por qué existe esta red? Asesinar y apostar por el desarrollo de los asesinatos, de forma ordenada y un tanto aburrida, como si fuese un hipódromo de la muerte, cuando en los filmes anteriores se parecía más a las fiestas de Silvio Berlusconi (reemplazando muerte por sexo) ¿Qué tan grande es? No mucho más de diez o quince empleados, quizá menos: ciertamente un número decepcionante ¿Está protegida por una red de corrupción? No, se desarma el sistema ante la visita de un carro patrullero. Ante este retrato del “club de caza” que se da en este filme, uno se pregunta ¿Cuál es el verdadero peligro que entraña una organización criminal así, exceptuando por supuesto a sus víctimas? Un par de policías de tránsito podría desarmar el tinglado, que parece no ser mucho más grande de lo que se ve. Retomando el paralelo dicho anteriormente, cuando se desarma una red de explotación sexual (inmigrantes en condiciones de esclavitud o menores de edad en situación de vulnerabilidad social), con grandes titulares e indignación pública, el problema real no es tanto lo invulnerable de la red, sino su replicabilidad: debido a la dificultad eterna en las relaciones humanas, siempre hay alguien dispuesto a pagar para usar a otro como objeto de disfrute. Ése es el auténtico horror, los movimientos que genera la posibilidad de ganancia económica, y eso no se ve aquí, a diferencia de los dos primeros filmes. Aquí la habilidad para torturar se vuelve un superpoder, nada más.
Bueno, malo, más o menos: no puedo decirle que este filme sea malo en comparación con los anteriores de la serie, porque no lo es. Cumple bastante bien como espectáculo, en especial como espectáculo adolescente (hay un par de actrices secundarias con papeles sin diálogo que muestran su estupenda anatomía). El problema no va por ahí: este filme es bueno, pero es un poco más pobre en su profundidad discursiva. Una lástima considerando su estupenda primera escena.
Roberto Suarez Perez