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Ayer vi «South of the border»

Y no hay medias tintas aquí: este es un documental de defensa de los gobiernos de izquierda latinoamericanos. Dirige Oliver Stone, quien antes hizo «Comandante» con la titánica tarea de entrevistar a Fidel Castro, hombre brillante y astuto como pocos. En aquel filme, me quedó la impresión que Stone trató de atrapar a su entrevistado sin éxito, del modo en que lo haría un gran periodista, pero fracasó: Fidel dijo exactamente lo que quiso decir, del modo en que lo quiso decir y cuando quiso decirlo. Stone se vio reducido a ser un reproductor, un propagandista si se quiere.

Aquí se ve que aprendió la lección. Visita a cada uno de los presidentes latinoamericanos que tienen tan revuelto el patio trasero de EEUU, bajo la premisa totalmente realista que los americanos sólo saben de ellos historias distorsionadas que los retratan como tiranos sádicos. Al principio del documental hay incluso un trozo de programa de tv, supongo de fox news, que cuenta que «el dictador de Bolivia le paga al dictador de Venezuela en toneladas de cocaína». No sé qué opinión tenga usted, querido lector, sobre Evo Morales y Hugo Chavez pero dicha afirmación es un disparate esférico: por donde se le mire no tiene sentido.

Stone viaja y entrevista a Rafael Correa, a Cristina Fernández de Kirchner, a Fernando Lugo, a Evo Morales, a Néstor Kirchner (como ex presidente), a Lula, a Raúl Castro y a Hugo Chavez. Con cada uno de ellos trata de realizar un breve retrato personal y de circunstancias, de modo tal que el espectador al que va dirigido este filme, el estadounidense que quiera saber algo más que las caricaturas que la política americana permite (nuestros aliados son el bien, nuestros críticos son el mal), de forma amable.

A Cristina Fernández le pregunta cuántos zapatos tiene, y la presidenta se enfurece: «Seguro que a un hombre no le preguntan la misma pavada», dice. Con Lugo habla sobre la importancia de la Teología de la Liberación en la génesis del presente latinoamericano. Con Chavez habla de todo: del golpe que sufrió en el 2003, de la explotación que sufrían los venezolanos antes, de sus horarios de trabajo. Incluso se lleva a Chavez a la casa pobre donde el venezolano pasó su infancia: allí el presidente monta una bicicleta de niño y la parte en dos bajo su peso, cayéndose.

Sin embargo el esfuerzo de Stone no va dirigido a la pequeña anécdota, sino a mostrar qué hay en común entre los gobiernos retratados: la voluntad de dejar atrás innumerables gobiernos depredadores y luchar por el desarrollo de sus países. Más que mal, Latinoamérica se encuentra en la triste paradoja de ser un continente riquísimo en recursos y muy pobre en riqueza monetaria.

Su opinión, querido lector, sobre este filme será fuertemente dependiente de su opción política. Si es usted de izquierda verá un filme valiente, elocuente y muy valioso sobre la nueva Latinoamérica. Si es usted de derecha vera un panfleto espantoso. En los dos escenarios lo que destaca principalmente es la gran habilidad de Stone para convencer. Por lo mismo no creo que este filme sea realmente para la izquierda o para la derecha: me parece que es para quien quiera saber más sobre las ventajas de lo que pasa hoy en nuestro continente.

Si a usted, querido lector suspicaz, le preocupa lo poco balanceado del enfoque de Stone, déjeme contarle un (no tan) pequeño secreto: prácticamente todos los medios de prensa son conservadores. Encontrar opiniones negativas sobre los presidentes retratados aquí le resultará facilísimo.

Roberto Suarez Perez

Acerca de Roberto Suarez

Vivo en La Habana actualmente

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