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Ayer vi «Jin ping mei»

Conocida también como «The forbidden legend: sex & chopstick«, «La leyenda prohibida: sexo y palillos chinos». Éste filme es una comedia y tiene los tres elementos que se anuncian en el título: hay sexo (softcore), hay cópulas tan extraordinarias que merecen ser legendarias y aparecen palillos chinos en una escena de seducción. El filme cuenta la historia de Simon Qing, quien cuando niño vio morir a su madre a manos de su padre. Pero no es tan así como suena: su padre era el médico del emperador especializado en sexología y su madre agonizante pidió como último deseo «uno de aquellos fantásticos orgasmos que tu me has regalado, aunque me cause la muerte». El padre la reanima mediante acupuntura de senos y ambos follan. El niño descubre la escena en su momento culmine, sin embargo no manifiesta dolor por la muerte de su madre ni odio contra su padre: la lección que saca es un interés extraordinario en el sexo. Su padre lo toma como pupilo y lo entrena, tanto en artes marciales como amatorias. Incluso lo hace practicar un tipo específico de push-ups «sin manos»: levantando su cuerpo con la fuerza de su pene. Hay que verlo para poder creerlo.

Querido lector, podría seguir párrafo a párrafo describiendo las extravagancias de este filme por la risa que me causaron, pero no quiero arruinarle la sorpresa. El filme es del año 2008, es dirigido por Man Kei Chin y es una coproducción con un pie en Hong Kong y Japón. En cuanto a valores de producción, tiene actores de calidad, decorados de nivel y efectos convincentes.

Está basado en el libro del mismo nombre (llamada también «La ciruela en el vaso dorado» o «El loto dorado»), escrita por Lanling Xiaoxiao Sheng (un seudónimo) y es una novela china de corte naturalista que apareció impresa por primera vez en 1610, pero que circulaba en versiones manuscritas desde mucho antes. En China es considerada de dos maneras: como pornografía y como una de sus obras literarias más importantes, al punto que es ubicada junto a las cuatro grandes novelas clasicas. Debido a su técnica moderna y a su antigua data, algunos estudiosos la sitúan junto al mismísimo «Don Quijote» en cuanto a sofisticación.

Pero volvamos al filme. A diferencia del libro, aquí el protagonista es simpático y sus aventuras son risibles, a pesar que las mueve un egoísmo cada vez más desbocado. Tal como le señalé al comienzo, éste es un filme erótico softcore: sólo vemos desnudos y con ciertas limitaciones, nunca un pene o una vulva, ni mucho menos la interacción gráfica entre ambos, propia del porno duro. Si suponemos que el público del porno duro es mayoritariamente masculino, podríamos decir por simple oposición que el softcore es «porno femenino»: del que se puede ver sin ser ofendido groseramente ni espantado por prácticas violentas. En otras palabras: éste es un filme que se puede ver con la novia y entretenerse. También hay varias peleas de artes marciales, de igual espectacularidad que los encuentros sexuales: en ambos se usan cables para las acrobacias.

La pregunta del millón es ¿Está buena? Razonablemente. La historia que cuenta la novela es mucho más extensa que la que cuenta el filme, al que se le nota mucho su intención de ser una trilogía, y eso se nota: el relato se termina abruptamente y causa desconcierto, ya que queda sin moraleja. Un filme amoral no es una cosa mala en sí (aunque podríamos hablar que nunca un filme es amoral: lo que pasa es que algunos sostienen una postura moral opuesta a la dominante) , siempre que esté bien contado, pero aquí falta el final: hay un tono de reproche en la voz en off de Simon que se queda sin sustento. Dan ganas de decirle al protagonista:
– Te acostaste con cuanta mujer se te cruzó, te convertiste en un amante extraordinario, terminaste rico y poderoso y hasta sedujiste a una monja ¿De qué te quejas?

Roberto Suarez Perez

Acerca de Roberto Suarez

Vivo en La Habana actualmente

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