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Ayer vi «El sicario, habitación 164»

Llegué a este documental a través de un blog recomendado vía facebook, y me causó una impresión tremenda. Es un documental muy poderoso, y muy diferente a lo que he visto antes. Es, según sostiene el documental, el narco mexicano visto por un sicario.Para empezar, es austero. A la hora de hacer un documental hay varias opciones:
– Las cabezas parlantes, donde la información proviene (torrencialmente) de un sujeto entrevistado en su oficina o su casa. El plano fijo a la cabeza del entrevistado se intercala con recreaciones de los eventos narrados o con grabaciones del lugar de los hechos y quizá una que otra entrevista corta que sirva de soporte a la charla principal. Es el método utilizado principalmente por los programas televisivos.
– En terreno, donde se muestra la situación. Aquí el escenario es real y la información proviene más sutilmente de lo que vemos. Es el método usado por Werner Herzog en sus estupendos documentales.
El problema que presenta la primera opción es la confianza: ¿Porqué tendríamos que creerle al hablador? Imagínese, querido lector, que está viendo un documental político, donde el entrevistado se defiende y culpa a otros ¿Le creemos?
El problema que presenta la segunda opción es sobre oportunidad: el realizador tiene que estar en el momento justo en que pasan los hechos ¿Y si el documental trata sobre algún hecho histórico?
Por esto, es más común ver opciones híbridas: mitad terreno, mitad cabeza parlante.
«El sicario» no es así: es sólo una entrevista de hora y veinte. Hay imágenes de apoyo, pero mínimas y con un aporte muy lateral: vemos la ciudad, vemos las casas y las calles. Nunca a una persona. Durante la entrevista solo vemos al sicario, nunca a los realizadores. Ni siquiera oímos sus preguntas.
Es un ejercicio de minimalismo extremadamente audaz.
La entrevista comienza con un hombre corpulento cubriendo su rostro y asegurándose de ocultar sus rasgos completamente. Viste de negro y su capucha es negra también. Lo único realmente humano que vemos en todo el documental son sus manos: morenas, grandes y fuertes. El hombre se presenta como sicario (con una oferta de 250.000 dólares por su cabeza), habla y gesticula de pie y luego se sienta y traza diagramas en un cuaderno. Estos diagramas parecen servir más para organizar las ideas del entrevistado que como testimonio escrito: el sicario habla de la forma de organizar un secuestro y dibuja el esquema en papel, los vehículos de apoyo, el rol de la policía, El hombre habla y se emociona: furia, asco y dolor. Llora relatando el momento de su arrepentimiento.
El relato sobre los modos de actuar del narco es detallado y horroroso. Habla sobre los alcances de la corrupción, sobre la eficiencia del secuestro y sus métodos, sobre tortura y violación. Los peores espantos que yo pueda imaginar, dichos mientras lo único visible son unas manos trazando esquemas.
El problema en este documental tan purista en su forma es el mismo de las cabezas parlantes: funciona sólo si le creemos al entrevistado.
Pero yo le creí, le creí completamente. Creo que este es un documental excelente.
Su ficha en Imdb.
Lo pueden ver en youtube, enlazado aquí (no se asusten por los subtítulos en alemán):

Roberto Suarez Perez

Acerca de Roberto Suarez

Vivo en La Habana actualmente

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